Es en cuestión de tan sólo un puñado de kilómetros que ocurre la transición de la aridez a la fertilidad, de la ausencia de vida a la sobrepoblación. Infinitas plantaciones de caña de azúcar se extienden a ambos lados del camino, los hombres que las colectan pasan con sus carros cargados tirados por burros. La gente nos regala varias en cada parada. Se les arranca la capa gruesa con los dientes, se escupe y luego al masticarla fuerte se exprime el jugo que lleva adentro, que a pesar del calor, se mantiene frío. Si bien esdelicioso, es una tarea rompe dientes y luego de la explosión de dolor que sufrí en una muela en Mongolia producto del exceso de azúcar que me tuvo sin dormir una semana, decidí no arriesgarme a repetirla.
El peor lugar del mundo
Agra ocupó tradicionalmente el puesto número uno por lejos en mi lista de lugares que más aborrezco de este planeta, yo creía que era insuperable....hasta que llegué a Luxor. Con una concentración de monumentos históricos sin igual que datan de decenas de siglos atrás, Luxor es un museo al aire libre, un espectáculo único, uno puede pasearse por días visitando templos y tumbas faraónicas extraordinario. Pero lamentablemente está infestado de vendedores agresivos cual cocodrillos en ayunas, especialistas en intentar quitarte la mayor cantidad de dinero posible, en la menor cantidad de tiempo. Caminar por sus calles resulta una tarea insoportable. No se puede caminar más de 10 metros sin tener a alguien presionándote para venderte algo. Ninguna forma de “NO”, amable, neutro, agresivo, es aceptado como respuesta. No se aceptan los “NO” y te persiguen, y te interrumpen y te presionan. No es una experiencia agradable, requiere mucha paciencia por no decir control mental. Uno no puede mantener una conversación al caminar porque es interrumpido continuamente, se ponen agresivos al insistir una y otra vez, caminan a tu lado por decenas sino centenas de metros y se ponen delante de uno interrumpiendo el paso si uno los intenta ignorar. No hay forma de lidiar rápido con cada uno de ellos, porque en el punto que uno desiste te aborda el que sigue y así todo el día. La situación se hace peor al ser prácticamente los únicos extranjeros en la calle, todos vienen a nosotros. Ha llegado a ser un problema tan grande que hace algunos años la policía ha tenido que comenzar a intervenir, aunque si esto es cierto, no quiero imaginar lo que debe haber sido antes. Combatiendo esta situación hemos visitado los templos más relevantes y debo decir que haber estado en persona caminando por la sala hipóstila de Karnak es una experiencia imperdible, mucho más increíble que haber aprendido a dibujar el templo entero para el exámen de Historia I en la universidad. En Karnak, más que en las pirámides, entendí la adaptación del término “faraónico” para definir a algo de dimensiones colosales.
Luego de unos días allí iniciamos los últimos 200 km hasta Aswan por la ruta que sigue la dirección del Nilo. A pesar de tener bastante tráfico y estar poblada en casi su totalidad, pasamos por pueblos de casas de barro encantadores donde a las casas de té del camino los hombres van a beber té, fumar shisha y jugar dominó.
Aswan tiene una costanera hermosa pero los efectos de la falta de turismo son notables aquí también. Decenas de “cruceros” del Nilo se encuentran varados oxidándose en el agua. Aún así tampoco faltan los acosadores y es muy difícil caminar tranquilos por ella, prefiero meterme dentro de los barrios y perderme por varias horas para conocer a su gente.
Egipto ha sido una sorpresa. Es uno de los lugares más turísticos del mundo y el mismo ciertamente tiene un efecto muy negativo, el peor que he experimentado hasta el momento. Aún sin haber turistas es un problema, o quizás sea esto lo que lo hace aún peor. Pero está 100% limitado a algunos puntos específicos, incluso dentro de una misma ciudad. Es tan fácil de evitarlos, que al fin y al cabo, para quien se mueve con independencia, no es un verdadero problema. Saliendo de aquellos lugares, la gente es realmente increíble, simpática, hospitaliaria, nos ofrecen constantemente ayuda, nos invitaron incontables veces a tomar el té, en la ruta han parado una y otra vez a ofrecernos comida y agua. En las estaciones de ambulancia uno tiene cama y comida asegurada y de encontrar una casa, es tan sólo cuestión de pasar a saludar para encontrarse con una gran bienvenida seguida de una invitación a quedarse. Me podría haber quedado tranquilamente un mes más en Egipto y es un país en el que no dudaría mucho en volver. Dejando un poco de lado mis molestias con el turismo irresponsable, debo decir que me ha dado mucha tristeza ver a tanta gente buena y honesta estar sufriendo por la ausencia total de visitantes. Es muy duro verlo y la gente habla continuamente de cómo ha visto su condición económica deteriorarse en estos tres últimos años de “revoluciones” hasta perderlo todo. Por ellos, todos los que demostraron su afecto desinteresado, deseo que la gente le pierda el miedo innecesario a Egipto. Los medios anuncian cosas que, o no existen o son tan puntuales que es muy fácil evadirlas para evitar cualquier peligro. Los egipcios son los primeros que se desviven por mostrarnos que estamos en un lugar seguro, que no temamos, y ciertamente no tememos. Egipto es excepcionalmente seguro, hasta hace tan sólo un año o dos, los egipcios no conocían el crimen. Hoy, la situación desesperante lleva a que haya algún robo aquí y allá, pero son aún casos muy aislados. Lo digo una vez más: PIERDANLE EL MIEDO A EGIPTO! No crean en lo que ven la TV. Vayan y serán sorprendidos con hospitalidad y grandeza.
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