Desde que llegamos a Filipinas, nos llamaron la atención muchas
cosas, y casi siempre sin excepción, fueron cosas buenas. Entre tantas cosas buenas, un de mis predilectas fue la apatía filipina por el fútbol. Para mí, que aborrezco dicho deporte, es algo
liberador no tener que escuchar “Maradona”, o en estos tiempos,
“Messi”, cada vez que digo “Argentina”, y para Julia siendo de Barcelona es algo
parecido. En Filipinas, por el
contrario, el paraíso existe porque el fútbol es irrelevante.
Sin embargo, al haber sido espectador
del “deporte” que toma el lugar del fútbol en este país, el
“deporte” prácticamente nacional, creo que por primera vez en mi
vida aprecié el patear una pelota de un lado para el
otro, y lo hubiera preferido ante esta monstruosidad.
Durante nuestra estadía en Santa,
decidimos entonces ir a ver una riña de gallos, el “deporte”(o
salvajada mejor dicho) que enloquece a los hombres filipinos. Las
riñas, en casi todo el país, tienen lugar 3 a 4 veces por semana,
pero es el fin de semana el momento en el que realmente parecen
ocupar la vida de la gente. Cuando uno viaja en bicicleta tiende a
olvidar qué día es. Luego de varias semanas en Filipinas ya
sabíamos reconocer que era domingo, porque es el día en el que
mayor cantidad de hombres pasaban en moto llevando gallos de un lado
para el otro. En las entradas de las casas de todos los pueblos, era
muy común ver a sus dueños acariciándolos, frotándolos contra su
pecho, así como esperando que aquél día, su gallo les produjera
una pequeña fortuna. Pasan semanas o meses preparando a sus gallos.
La riña es un evento muy importante, mueve millones de pesos por
mes. Las marcas de alimentos para gallos, anuncian en la ruta
suplementos supuestamente especiales de proteínas y vitaminas para
fortalecer a los gallos. Los criaderos se encuentran por doquier.
Desde las ciudades donde hay varios,
hasta los barangays más
pequeños, hay estadios de todos los tamaños, que
principalmente consisten en un cuadrilátero de piso de tierra
apisonada con tribunas alrededor. El clima es de exaltación total,
entre el bullicio de los hombres yendo y viniendo entre riña y riña
se escuchan a los gallos cocorear (me preguntaba si uno le cocorearía
a otro “te voy a matar hdp” y el otro le cocoreara en respuesta
“pero vení que te reviento, cagón!”... no lo sé)
Afuera, en el perímetro, es el área
de preparación. En un sector se juntan todos los hombres, en general
en equipos de a dos, cada uno con su gallo. Allí, se encuentran,
miran los gallos de los posibles contrincantes y eligen básicamente
el gallo de quién peleará con el de quién.
Una vez que conciertan estoa, pasan a
un sector aparte donde cada equipo prepara a su bestia para la
batalla.
Mientras uno del equipo sujeta al
gallo, el otro arma sus espolones fijándole unas brutales cuchillas
afiladas de entre 10cm a 15cm de largo.
Una vez armados, proceden a llevarlos
al cuadrilátero, donde empiezan a correr las apuestas. La histeria,
la excitación, los gritos en todas las direcciones ensordecen.
Mientras tanto comienza el
precalentamiento. Cada equipo lleva dos gallos, uno luchará y el
otro servirá de apoyo para cebar al peleador. Los enfrentan para
enervarlos y provocarlos.. No los dejan pelear, sólo irritan al
peleador para violentarlo.
El tiempo de apuestas terminan, el
precalentamiento también
cada uno a su rincón
Los sueltan cerca uno del otro. Cada
uno en su lado, los gallos se miran suspicazmente pero parecen
distantes y apáticos. En el estadio, el silencio es total..
Y de repente, comienzan a cocorear
sutilmente, el volúmen va ascendiendo, las alas se erizan y el
pescuezo se asoma. Viene la primera embestida brutal y el estadio
estalla en gritos.
Si se sobrevive al primer ataque,
ciertamente vendrá el contrataque.
La lucha es encarnizada, la gente sigue
gritando como loca.
A veces, en las riñas más largas (
de 20 a 30 segundos) los gallos se agotan, pero aún están vivos.
Los gallos ya están sangrando, no quieren más, pero el referí los
levanta, los enfrenta y los arroja una vez más para que terminen de
matarse.
Finalmente, el más débil sucumbe y
sus restos encontrarán lugar en la cacerola para la cena de final
del día. El dueño del gallo ganador se llevará el botín. Si el
gallo no tiene heridas profundas podrá seguir peleando. Algunos se
irán tristes, otros muy contentos. Al fin y al cabo todo se trata de
ganar dinero apostando.
En el cuadrilátero, las plumas se
barren preparando el espacio para una nueva pelea.
Los eventos duran a veces hasta toda
una tarde. Las riñas son tan encarnizadas que no llegan al minuto.
Una riña promedio dura unos 7 segundos, las más brutales con suerte
alcanzarán los 20 o 30.
A veces resulta difícil compatilizar
la imagen de gente que por un lado es tan afectuosa y se preocupa
tanto por uno como humano y por otro se divierte y usufructúa a
costa de la más vil crueldad animal. Dualidades y contradicciones de
los seres humanos. todos las tenemos, a veces más a veces menos
extremas. Ojalá algún día nos volvamos realmente humanos y dejemos
de joder a los pobres animales, que no tienen la culpa de nuestra
perversidad.
Comentarios
Publicar un comentario